
EL


Dénia (ALICANTE )
Costa Blanca
Rincón De Dianium
John Dos Passos En El Olvido ...

John Rodrigo Dos Passos (Chicago, Illinois, 14 de enero de 1896 – Baltimore, Maryland, 28 de septiembre de 1970) fue un novelista y periodista estadounidense.
Nacido en Chicago, en una familia descendiente de portugueses de la isla de Madeira, en su juventud viajó, junto a sus padres, por México y algunos paÃses de Europa (en especial Portugal, Bélgica, el Reino Unido y España). En 1916 se graduó en Artes por la Universidad de Harvard.
Al iniciarse la intervención norteamericana en la Primera Guerra Mundial se encontraba de viaje en España, y se alistó voluntario en las ambulancias militares de Italia. Publica en 1919 una novela de corte autobiográfico, La iniciación de un hombre. Tras la guerra, volvió a viajar por España y a su regreso publicó Rocinante vuelve al camino.
En 1925 publica la novela que le dio fama y relevancia mundial: Manhattan Transfer, escrita como un mosaico por el que deambulan los diversos personajes, con breves relatos fragmentarios cuyo conjunto retrata una idea fiel del Nueva York de la época que describe. Este mismo estilo es el que utilizarÃa en su trilogÃa U.S.A.
En 1927 hizo pública su postura contraria a la ejecución de los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti y fue encarcelado por ello. Aunque inicialmente mantuvo una ideologÃa cercana al socialismo, una visita a la Unión Soviética a finales de los años 20 le hizo ser bastante más crÃtico. En 1937 volvió de nuevo a España para colaborar con Ernest Hemingway en el guion del documental La tierra española, pero al conocer la desaparición de su amigo y traductor de su obraJosé Robles Pazos, presumiblemente a manos de los servicios secretos soviéticos, rompió definitivamente con la ideologÃa comunista. A esta época corresponden algunas de sus novelas, como Aventuras de un joven, Número uno o El gran destino.
Le hubiera gustado morir en Dénia
Biografia
1916, el mismo año que John Dos Passos conoció a José Robles Pazos en un vagón de tercera entre Madrid y Toledo, el escritor estadounidense pasó por Dénia
Entre los ilustres viajeros que un dÃa pasaron por Denia, desde los fenicios hasta hoy, uno de ellos fue el escritor norteamericano John Dos Passos, que estuvo aquà en 1916, cuando tenÃa 21 años. Cruzó la áspera sequÃa de estos parajes con el torso desnudo a bordo de una mula, camino de la Vila Joiosa, alimentándose de salazones. Hasta que Wagons Lit Cook no impuso cierta racionalidad en el mundo, cualquier viaje al Sur era una de tantas formas de locura que en los anglosajones se acrecentaba aún más por la embriaguez que les proporcionaba la libertad solar. El verdadero Sur es el sexo. Más abajo sólo están las plantas de los pies, la tumba, la propia materia orgánica y la resurrección de la hierba. El paganismo que los anglosajones descubrieron en nuestra orilla les obligó a imaginar este espacio como una geografÃa de los sentidos entre el placer y la muerte. John Dos Passos escribió en 1922 el libro A pushcard at the curb, en el que incluye poemas dedicados a Denia en la parte que titula Winter in Castile.
SerÃa hermoso, dice el escritor, morir en Denia, joven, bajo el sol ardiente y el mar en calma, abrazado por los cerros de acero; Denia, donde la tierra es roja como la herrumbre y los cerros son del color de la ceniza, pudrirse en el suelo duro y fundirse en el fuego omnipotente de ese dios blanco y joven y ardiente del sol para encontrar una súbita resurrección en la cálida uva que los jóvenes pisan para convertirla en mosto, y fluir en nuevas generaciones de hombres convertido en un vino lleno de sol.
Cuando, a los 21 años, John Dos Passos cruzó por aquà percibió muy puros los latidos que le daban desde el fondo de la tierra otros viajeros como él que ya habÃan sido enterrados y que le llenaban todos los sentidos de placer, austeridad, violencia e inmortalidad. Unas sensaciones contradictorias que ya habÃan sido descritas en los yambos arcaicos de los lÃricos griegos. Dos Passos fue uno de los últimos pasajeros desnudos que percibieron todavÃa muy puras estas pulsiones.
Después llegaron los bárbaros y se bebieron el Mediterráneo otra vez.


La capacidad que tiene Dénia para devorar las entrañas de su propia memoria sigue siendo pasmosa. Actuando como un dios Saturno de segunda fila, lleva años esta ciudad sepultando a sus hijos predilectos bajo el ladrillo en un macabro ritual de olvido y desprecio. El último crimen amenaza ahora el Cementerio de los Ingleses, que futuros planeamientos catalogan como edificable. Este camposanto fue erigido en el siglo XIX junto a la playa de la Marineta Casiana como última morada para las familias británicas de fe protestante que se asentaron en Dénia durante los fabulosos tiempos de la exportación de la pasa, cuando del puerto partÃan veleros para transportar tan preciado manjar al otro confÃn del Atlántico, a Canadá, a Estados Unidos. Un escritor de la talla de John Dos Passos vio allà uno de los lugares más bonitos del mundo y escribió en 1922 un poema grabado en un monolito del cementerio ya desaparecido que comenzaba de esta forma: "SerÃa hermoso morir en Denia, /joven, bajo el sol ardiente/en la calma del azul encendido del mar/, abrazado por los cerros de acero: /Denia, donde la tierra es roja como la herrumbre /y los cerros son del color de la ceniza". Con el tiempo, el cementerio ha ido deteriorándose, se vinieron abajo las lápidas, los matojos lo invadieron todo, y ahora el Ayuntamiento de Ana Kringe y Pepa Font prepara la puntilla definitiva que convertirá la tierra roja heredada de nuestros antepasados en tierra quemada. Lo peor que puede decirse de unos gobernantes es que no aprendan de los errores del pasado: durante los últimos 25 años, Dénia lo porfió todo a la prosperidad del cemento que ahora nos ha legado barrios de hormigón deshabitados, comercios en alquiler de saldo, un presente de desempleo y un sombrÃo futuro. Lejos de enmendar tan aciaga estrategia, Font y Kringe vuelven a llamar a Saturno e insisten en la misma táctica al urbanizar -y por lo tanto privatizar- el cementerio de los ingleses, un magnÃfico reclamo para nuestro maltratado turismo, un monumento a la dignidad de un pueblo, un homenaje a su memoria irrenunciable. ¿Qué hará la Conselleria de Urbanismo ante semejante desatino?
Cementerio En El Olvido
Tambien como John Dos Passos, dos desvalorados de la historia Dianense




FotografÃa esférica 360º
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Ignacio Carrión
junto a John Dos Passos
visitarón Dénia
Durante varios dÃas, y aunque sólo a ratos perdidos que a fin de cuentas son los mejor aprovechados, me dediqué en la ciudad de Ann Arbor (Michigan) a descubrir textos de mis escritores favoritos. Y fue asà como en la librerÃa Border's, primer eslabón de esta gran cadena de librerÃas en los Estados Unidos, tropecé con una edición de la The Library of America dedicada a la obra poética, ensayÃstica y viajera de John Dos Passos.
De este autor (1896 1970) recordaba tres excepcionales novelas que le dieron fama mundial: Manhattan Transfer, Threee Soldiers y USA, pero no tenÃa idea de que Dos Passos hubiera viajado del modo en que lo hizo ni a los lugares que lo hizo. Viajó pegado a la realidad, que era en ocasiones hostil cuando no muy incómoda. Y entre los lugares por los que mas se sintió atraÃdo figura España, y dentro de España Valencia y, de Valencia, el litoral mediterráneo.
¿Acaso no deseábamos caer ambos fulminados ante esta monstruosa plantación de edificios?
Dos Passos afirma que en ningún otro lugar del mundo se sentirÃa mas feliz de morir siendo joven
En las librerÃas de la cadena Border's hay butacas a disposición de los clientes que pueden tomarse el tiempo que gusten para hojear los libros sin ser molestados. Y esto es lo que yo mismo hice con el volumen de Dos Passos hasta que, inesperadamente, tropecé con un poema dedicado a Dénia en el año 1916. En este poema, Dos Passos afirma que en ningún otro lugar del mundo se sentirÃa mas feliz de morir siendo todavÃa joven que aquÃ. "How fine to die in Denia young in the ardent strength of sun, calm in the burning blue of the sea..." Al poema, que es largo, le siguen otros textos en prosa todos ellos insuperables
Noventa años después de que Dos Passos escribiera este poema en su primer viaje a Dénia, hemos regresado juntos al lugar de su oda. Hemos visitado primero el puerto, después hemos caminado entre turistas bajo los enormes árboles que ya pierden sus hojas en el Paseo del Marqués de Campo, y más tarde hemos subido al castillo del que también habla en ese poema a la ciudad. Por último nos quedamos inmóviles ante la profanación de estos montes que describió hace casi un siglo como hermosas y desnudas moles de ceniza.
De ponto me he preguntado si existirÃa en Dénia alguna calle dedicada a Dos Passos, por ser uno de sus promotores mas entusiastas. O si al menos se ha dado aquà su nombre algún hotel, o a algún bloque de nuevos apartamentos. A pesar de que Dos Pasos parecÃa resistirse a acompañarme en esta indagación, hemos entrado juntos en la Oficina de Turismo para interesarnos por la existencia de ese posible recuerdo. La empleada nos miró extrañada. El nombre de Dos Passos no le decÃa nada. El callejero no incluÃa su nombre. Quizá en el Puerto, dijo, encontrarÃamos un busto si es que se trataba de un célebre navegante. Dos Passos sonrió, o eso me pareció a mà cuando salimos de esta oficina para continuar con nuestras pesquisas en la librerÃa Ex libris, que es muy recomendable por lo bien surtida que está. Pero aquà nos dijeron que ni siquiera tienen las obras de Dos Passos, aunque las podrÃan pedir. Dos Passos bajó la cabeza dándome a entender que no merecÃa la pena.
Luego fuimos a las Marinas y aquà el escritor parecÃa hundirse en el asiento del coche. No hablaba. Su silencio era la respuesta al horror de un paisaje de más de veinte kilómetros sembrados de abominables construcciones junto al mar. Ya no me atrevà a recitar sus versos en los que ansiaba morir en Dénia todavÃa joven. Creo que él pensaba lo mismo que yo: ¿Acaso no deseábamos desaparecer ante esta monstruosa proliferación de edificios de una fealdad insuperable?
Nos alejamos de allà a toda prisa. Yo admiraba, y se lo dije a Dos Passos, el poemario Vagones de Tercera porque, entre otros méritos, esos poemas reafirmaban que el escritor no debe viajar con lujos ni comodidades para acercarse a un pueblo que sufre aquejado de toda clase de privaciones. Admiraba a Dos Passos, le confesé, más que a otros escritores de su generación, incluÃdo Hemingway, porque a diferencia de éstos que perseguÃan trofeos comerciales en sus hazañas bélicas, él solo perseguÃa el testimonio de la realidad desnuda al margen de cualquier lucimiento literario. Lo elegÃa a él mucho antes que a Martha Gellhorn o que a Josephine Herbst. Más que al gigante Hemingway quien, movido por la rivalidad y la envidia, lo convirtió de amigo en objeto de desprecio y de sadismo. Todos eran moral y humanamente inferiores a Dos Pasos.
Después, para aprovechar al máximo nuestra visita, le ofrecà al amigo escritor una gira por el Museo del Juguete. Muchos de esos juguetes son de su época, modestos juguetes artesanales. Y él estuvo de acuerdo con la idea. De manera que entramos en este museo y en seguida nos llamó la atención la historia de un tal Santacreu Alemany, vecino de Dénia quien, como tantos otros, emigró allá por los años diez del siglo pasado a Nueva York, de donde regresó poco después para no perder sus ahorros con motivo del desastre del año 1929. Ya en Dénia, Santacreu creó su propia fábrica de juguetes en la que producÃa triciclos y coches de pedales de madera y algunos de metal, todos hechos y pintados a mano, hasta que la crisis del sector le obligó a cerrar su fábrica, como al resto de los jugueteros que desaparecieron por completo y casi al unÃsono en 1970. Dos Passos se quedó mirando un cartel de 1923 en el que un grupo de fabricantes comÃan y bebÃan muy satisfechos en honor al dictador Primo de Rivera. En su proclama decÃan: "¡Nos unimos al grandioso homenaje al Salvador de España, el ExcelentÃsimo Sr. Don Miguel Primo de Rivera, con motivo del 5º Aniversario de su Glorioso y Patriarcal Gobierno!". Pero al menos uno de estos sonrientes jugueteros lanzaba una mirada de intranquilidad, como desconfiando de la bondad de los tiempos venideros. Mientras que otro, el señor Calabuig Doménech, se mostraba dichoso en su retrato después de pagar 22.500 pesetas por la compra de toda la maquinaria de una fábrica de juguetes en bancarrota. El firmante del documento encabezaba el escrito fechado el 15 de mayo de 1939 con estas palabras: "¡Saludo a Franco! ¡Viva España!". En la vitrina contigua, Calabuig desplegaba todo su muestrario de aviones militares, cocinitas de campaña, circos y dormitorios todo ello en miniatura.
Llegados a este punto, Dos Passos parecÃa impaciente por acabar la visita. Supuse que por hoy ya tenÃa bastante, que todo esto era seguramente excesivo para sus muchos años de ausencia y también de olvido.
Foto Del Recuerdo

Cementerio De Los Ingleses
en buen estado sobre los
años 20 o 30 Foto Por Loty
Dénia 21 jun, 2014 Por J.A.C.G
En Memoria Del Gran John Dos Passos
SerÃa hermoso, dice el escritor, morir en Denia, joven, bajo el sol ardiente y el mar en calma, abrazado por los cerros de acero; Denia, donde la tierra es roja como la herrumbre y los cerros son del color de la ceniza, pudrirse en el suelo duro y fundirse en el fuego omnipotente de ese dios blanco y joven y ardiente del sol para encontrar una súbita resurrección en la cálida uva que los jóvenes pisan para convertirla en mosto, y fluir en nuevas generaciones de hombres convertido en un vino lleno de sol.

Cementerio Donde Esta Situado El Poema
El primer enterramiento fechado es de 1856
Les Rotes Dénia